La Asociación Española de Pediatría recuerda que el reinicio del curso escolar es un buen momento para implentar hábitos de visa saludables que se mantengan durante todo el año. La actividad física se relaciona con un mejor rendimiento escolar y un mejor estado de ánimo de los niños.
Después de las horas de sueño, y por tanto de ayuno, el cuerpo necesita la energía del desayuno para empezar las actividades del día. Si no consigue esta energía deberá recurrir a las reservas y funcionará “a medio gas” durante la mañana. Esto se traduce en falta de concentración y bajo rendimiento físico e intelectual. Además, algunos estudios sobre este tema han relacionado este ayuno matutino con la obesidad.
Los niños tienen cada vez más programado su tiempo libre. Además de los horarios escolares, alargados en muchas ocasiones por los desplazamientos, cuando finalizan las clases los niños están apuntados a numerosas actividades extraescolares: música, deportes, actividades creativas, idiomas… En el recreo de comedor puede haber actividades programadas, al igual que durante los sábados y las vacaciones.
El síndrome de muerte súbita del lactante es la muerte repentina e inexplicable de un niño menor de un año de edad mientras duerme. En España, es una de las causas principales de mortalidad en niños durante el primer año de vida.
Los niños son expertos en usar las nuevas tecnologías. Tienen innumerables beneficios pero también algún que otro nuevo problema: es el caso del ciberacoso y el grooming. El diálogo en la familia y la actitud vigilante de los padres son necesarios para su prevención.
Cepillar los dientes sirve para limpiarlos de la placa bacteriana, que es una capa pegajosa de bacterias que se forma sobre los dientes y las encías. La placa produce ácidos que atacan el esmalte de los dientes y que pueden dar lugar a la caries y también irritar las encías (lo que llamamos gingivitis). La gingivitis, a la larga, produce una enfermedad (enfermedad periodontal) que es la principal causa de pérdida de dientes en adultos.
Déjelo a su aire, no le agobie, pero ¡vigílelo!. Los niños no tienen conciencia del peligro. Téngalo usted por ellos. Si su hijo tiene menos de 2 años, recuerde: